Cuando te sacaste ese vestido floreado por que te confesé que eso me podía enamorar, me di cuenta de cuanto me gustabas. Cuando te empezaste a atar el pelo de una manera especial, me di cuenta de que ya era tarde para mí, ahí, en ese instante, en ese mismo segundo, me levante y me puse la mochila, sin saludar abrí la puerta que estaba sin llave y tome la calle. Pese que ya a esa altura de la semana, ya estaba encaminado mi amor por vos.
Estaba encaminado pero disimulabas para que nadie se diera cuenta. O ella al menos.
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