
Me encantaría encontrar la palabras para poder decirte que me haces falta, que los abrazos de los que te hablo solo te lo quiero dar a vos.
Cuando te sacaste ese vestido floreado por que te confesé que eso me podía enamorar, me di cuenta de cuanto me gustabas. Cuando te empezaste a atar el pelo de una manera especial, me di cuenta de que ya era tarde para mí, ahí, en ese instante, en ese mismo segundo, me levante y me puse la mochila, sin saludar abrí la puerta que estaba sin llave y tome la calle. Pese que ya a esa altura de la semana, ya estaba encaminado mi amor por vos.
Era un minuto, más que un minuto, un segundo antes de que se desate el desastre. Cuando te mire ya estabas llorando, ahí como si nada, delante mío, mientras yo terminaba de leer el último párrafo de un libro que me desarmaba. Te sentí rara desde el minuto uno del día, cuando te levantaste de la cama, si decir nada, ni siquiera buen día. Y estabas ahí en el segundo cero, del minuto uno antes del desastre. Somos dos me decís e intentas explicarme una de las cosas mas inexplicables del mundo, que ya no me amas, que ya no somos lo que fuimos.
Que algo se rompió, trate de no decir nada, de retomar mi libro, de poner un disco de R.E.M, pero no podía nada. Me fui, camine horas. Hasta que volví y de vos no quedaba nada, solo la sola idea de que algún día fuiste real y más que una fantasía que me invente para no sentirme tan solo.
La moto hace ruidos como estruendos, alguien me tira una piedra que golpea mi casco, te juro que eras vos, esta bien que no te acuerdes, bajo los efectos de que estarías. Cuando paso por el río te veo ahí bañándote con tus amigos, yo paso haciendo ruido con mi moto, intento no caerme hacia ningún lado. Se que me falta la vista, se que no supe cuidarte, como una princesa Leia, sos tan frágil como mis inviernos sin vos.