sábado, 17 de enero de 2015

Reseña de Nunca fui a Disney

Hoy me llegó esta reseña genial sobre ¨Nunca fui a Disney¨

¡Espero la disfruten!

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Nunca fui a Disney, de Lautaro García.
Editorial Milena Caserola

“Ser feliz es estar en la cama con gripe”, dice Lautaro García en uno de sus poemas; porque de otra manera, es decir, afuera, a la intemperie –lidiando con las cosas y sus imponderables o apenas con lo cotidiano de los días–, eso que suele llamarse “opacidad” se manifiesta. Y a veces duele. Y hay que ponerle el cuerpo o la palabra, que acá es la misma cosa: la intención en tren de iluminar la experiencia, la suya y personal –y que nos involucra– para darle el cariz. Hay una voz, y se la escucha. Eso es virtuoso. Diferentes momentos y una manera reconocible, austera, justa, de decírnoslo. Ese es su trabajo y así lo asume: “Me siento un obrero de lo mío/trabajo sobre la altura/sin casco”. Estrellarse es el riego, el riesgo de todos, y mucho más si se anda en patineta, la de la infancia y que supone algún paraíso perdido –repito, el de todos nosotros– quienes lo escuchamos. Y nos involucramos para entender, para que nos diga: “Esa es la onda”, por si no nos dimos cuenta. Me encanta eso, el estar adentro de una escritura, muy al lado, ese poema que no te deja afuera, que sabe que vos estás ahí también, que te tira una, muy buena, con una apabullante verdad y una síntesis no menor –y lo hace así porque te considera un amigo, un igual– y yo lo escucho así: Mirá, flaco, “hasta que no te llueve por dentro no te das cuenta de nada”. No obstante, hay algo más, lo mejor de todo, y eso sí sería imperdonable que no te dieras cuenta, y te lo dice de múltiples maneras, a vos, lector, por si te distrajiste alguna vez: el amor es lo más fuerte. Es notable cómo a esa voz poética que mencionaba se la descubra enamorada. Directa e indirectamente todos los poemas hablan de eso. Y de la ausencia de ese amor. No es poca cosa y también original en eso. Hay que animarse al romanticismo. “Sí, soy un tonto/un cursi. ¿Pero qué tonto cursi te amó más que yo? Viste, es imposible”.
Etiam et volo. Queremos más poemas así.

Por José María Gómez